Marta Frías
Madre de 1º y 3º de primaria.
En un minuto pasan muchas cosas en el mundo: nacen unos 300 niños, el planeta sufre 5 terremotos, las tormentas producen 360 rayos, se consumen 55.757 barriles de petróleo, y en nuestra pequeña calle de Lituania, a las 8:55, entran 5 coches y salen de 13. (Contados el miércoles 12 de marzo)
5 entran y 13 salen. Cada uno tiene su carril y no debería haber problema, pero ¿qué ocurre si cortamos el carril de salida? Pues que 13 coches tienen que invadir el carril de entrada para poder salir. ¿Y qué ocurre cuando coinciden en tiempo varios coches que quieren entrar con otros que quieren salir? Pues pasa, que se forma un atasco. Y esto pasa muchos días en nuestra pequeña calle.
El minutito que dejamos el coche justo en la puerta del cole con los intermitentes puestos, puede impedir que alguien llegue puntual a su trabajo, que alguien no llegue a tiempo al aeropuerto, que no llegue a una cita, que le impidamos ir a urgencias con la celeridad que necesite, que no llegue puntual a dejar a sus hijos en su colegio… igual todo esto puede parecer una exageración, pero no podemos saber qué le pasa al que pita indignado por no poder salir rápido.
Quizás no somos conscientes del trastorno que se genera por optar por la solución más sencilla.
Hace poco tiempo, un vecino nos remitió una carta, muy correcta, muy educada y muy acertada en la que nos describía el trastorno que le suponía que a su hora de salida hacia el trabajo, se formaran esos atascos, a veces pequeños, a veces más grandes, pero casi diarios.
Nos sorprendemos e indignamos cuando un vecino llama a la policía, lo arreglamos con el ‘menudos vecinos tenemos…’ pero ¿no tendrán un poco de razón en este asunto? Si podemos buscar otras opciones menos cómodas pero más respetuosas, ¿por qué no hacerlo?
Somos muchísimos los que llevamos a nuestros hijos en coche al cole, cada uno por la razón que sea, pero la gran mayoría opta por llegar pronto y aparcar correctamente, o dejarlo en una acera arriesgándose a una multa, algunos lo dejan en doble fila, y a todos nosotros nos resultaría más cómodo dejarlo ‘un minutito’ justo en la puerta del cole, pero no lo hacemos.
Hagamos que la solidaridad y el respeto que proclamamos en nuestro PEC se note en todas nuestras acciones.
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