miércoles, 23 de abril de 2014

Intercambio vs. Acampada: una cuestión a debate

Carmen Barrios
madre de 4º A de ESO.

El curso pasado se inició en el colegio una actividad nueva pensada para los alumnos y alumnas de 4º de la ESO. Se trata de un intercambio con una escuela alemana llamada Geschwister-Scholi-Schule. Los alumnos/as del Siglo XXI viajan a la ciudad alemana de Tubinga, donde está el instituto en cuestión, y se alojan en casas de familias que les acogen durante una semana. Después sucede al contrario, los alemanes/as vienen aquí y se alojan en nuestras casas. Según nos contaron los docentes a los padres y a las madres, la finalidad principal es la práctica del inglés por parte de nuestros hijos/as y la práctica del castellano por parte de los alemanes/as, además, naturalmente de toda una serie de beneficios lógicos que se desprenden de una actividad así: enriquecimiento cultural y humano, aprendizaje de otras realidades, convivencia, desarrollo, autonomía, etc.
Hasta aquí todo estupendo.
Pero tanto el curso pasado como el actual se ha pretendido, por parte del profesorado, anular la acampada de 4º de ESO, que tiene lugar al final del curso, para realizar solo la actividad de intercambio. Este hecho ha causado malestar y revuelo entre los alumnos/as, ya que esperan durante toda la secundaria esta acampada última con una gran ilusión, puesto que es el espacio que tienen para despedirse de los compañeros/as con los que han compartido aula desde los tres años.
El profesorado ha manejado, tanto el año pasado como este, dos argumentos principales para intentar terminar con la acampada: que son demasiadas actividades de salida concentradas al final del mismo curso y restan un tiempo lectivo necesario para poder finalizar en óptimas condiciones el temario de cuarto, y, el segundo, que el intercambio suple con creces los objetivos educativos que se plantean con la acampada.
Estos argumentos no han convencido ni al alumnado ni a las familias. El año pasado, los chavales/as llegaron a realizar un escrito firmado por todos en el que anunciaban que de tener que prescindir de una de las dos actividades, renunciarían al intercambio. Finalmente se mantuvieron las dos salidas, eso sí, se recortó en un día la salida a la “mitica” acampada de Palamós.
Este año se ha repetido más o menos el mismo patrón. Los tutores de 4º de eso anunciaron en las dos aulas que no se podían hacer las dos actividades y que, en principio, ellos se inclinaban por el intercambio. Lógicamente el alumnado respondió en una tónica parecida a la del curso precedente. Primero no entendían por qué tenían que renunciar a la realizar las dos actividades, como lo hicieron sus compañeros de curso anterior. Y después comenzaron a manifestar su deseo de realizar la acampada por encima del intercambio, si finalmente se les obligaba a elegir, como se llegó a plantear por parte de los docentes en una reunión de aula.
En medio de todo el lío, los padres y madres mantuvimos una reunión con el equipo de docentes (más la dirección del colegio) en la que se nos intentó convencer de que no se podían hacer las dos actividades por falta de tiempo y que era mejor el intercambio. Nos llegaron a presionar con el argumento de que si este año no se realizaba el intercambio ningún otro grupo lo podría volver a retomar, porque el colegio alemán exigía continuidad, depositando en nosotros la responsabilidad -que por su puesto no tenemos, porque no se ha debatido en los foros correspondientes del colegio- de dejar morir esta experiencia. Algunos padres y madres manifestamos que en caso de tener que elegir –aunque la mayoría no entendíamos por qué se nos quería obligar a elegir entre una u otra- había que contar con las opiniones del alumnado, puesto que son ellos y ellas los beneficiarios de la actividad.
Al final, después una larga negociación, se llegó al acuerdo de que se harían las dos salidas, como pasó en el curso anterior, y la acampada con un día menos.
El argumento esgrimido por parte del profesorado sobre que las dos actividades restan mucho tiempo docente no es válido por una cuestión. Si se atendiera este argumento, lo que sobraría desde ya es el intercambio (que es justo lo que ellos han querido mantener a toda costa por encima de la campada), puesto que se realiza dentro del curso y se pierden en total dos semanas lectivas, la del desplazamiento de los alumnos/as a Alemania y la de la acogida de los alemanes/as en el cole. La acampada se realiza una vez terminado el curso, por lo tanto no interfiere nada.
Me he decidido a escribir este artículo para informar a las familias de los cursos inferiores de lo sucedido, para que así puedan mejorar el proceso y decidir con tiempo.
He percibido, y creo que no soy la única madre, una cierta reticencia por parte del profesorado a realizar la acampada de 4º (una actividad recogida por el Proyecto Educativo del Centro) -que los alumnos/as esperan con mucha ilusión puesto que es su despedida del cole y además es como el pistoletazo de salida para ser más libres, más adultos- y se ha pretendido sustituir por el intercambio de forma unilateral -con el solo acuerdo del profesorado- y sin contar con las familias y el alumnado del Siglo.
Considero que las cosas no se pueden hacer así en este colegio, que como todos sabemos es una cooperativa de padres en la que hay cauces para decidir, de forma consensuada, cuáles son los pros y los contras de cada actividad y qué es mejor hacer, y por qué. No se puede llevar a las familias al límite, como se ha hecho con nosotros este año, para intentar, con maniobras, forzarnos a aceptar algo -el intercambio- que no se ha acordado como mejor opción sobre la acampada por parte de los órganos competentes en los que está representada toda la comunidad educativa.
Este curso, finalmente, se realizarán -aunque a trompicones- las dos actividades. Pero la falta de información, las presiones y los retrasos, como consecuencia de la resistencia de los padres y madres a que nos impusieran algo que no entendíamos, ha provocado que todo se haya organizado con retraso y que la información se haya proporcionado con cuentagotas y al límite del tiempo. Hoy, cuando escribo este texto (18 de marzo, los alumnos/as parten para Alemania el 30 de marzo) todavía estamos discutiendo sobre un escrito que tenemos que firmar las familias sobre pautas de conducta y sus consecuencias punitivas en caso de que alguna oveja se descarríe durante el viaje (“contrato”, como lo han llamado los docentes, al parecer pactado con el colegio alemán, algo inaudito, porque nuestro colegio, el Siglo XXI, ya tiene sus propias normas, que están recogidas en el Reglamento de Régimen Interno, donde se detallan las sanciones que concurren a las faltas graves, lo que hace incomprensible que se nos pase a firmar a los padres esta especie de “contrato” en el que tenemos que hacer un reconocimiento explícito de sometimiento, algo que nunca se ha hecho con los docentes, porque que yo sepa los padres no les pasamos a firmar nada recordándoles a ellos el régimen disciplinario que les rige cada vez que tiene que realizar una actividad) del que no se informó en la última reunión –realizada dos semanas antes del día en el que escribo esto- o sobre el precio final del viaje, que a tan solo dos semanas nos enteramos de que hay que poner otros 81 euros más.
Por cierto, que de la acampada, que es una actividad que los a chicos/as les preocupa un montón, todavía no sabemos nada y los chavales/as se han movido como fieras para recaudar dinero para esta actividad, que puede que hasta se consiga abonar -casi por completo- con los beneficios obtenidos de las actividades lúdicas que ellos y ellas han organizado.
No quiero terminar sin aportar una observación más. La actividad de intercambio me parece muy adecuada, muy enriquecedora para el alumnado, pero desde mi punto de vista no creo que deba sustituir a la acampada.
Por dos razones: la primera es que es una actividad cara y un poco elitista (por ahora 320 euros solo del viaje, más 50 euros que se llevan los chicos/as para sus gastos, más el coste del regalo que se hace a la familia que acoge a tu hijo/a, a esto hay que añadir los gastos que se producirán cuando vengan los alumnos/as del colegio alemán, porque habrá salidas que será necesario cubrir) que puede dejar a muchas familias fuera (porque además no todo el mundo dispone de espacio para alojar a una persona más), como de hecho ha sucedido en el curso de mi hija. Aunque es cierto que en el colegio, como una cooperativa que es, se pueden buscar fórmulas solidarias para que todos/as puedan realizar la actividad.
La acampada, en cambio, es una actividad más inclusiva, en la que todos participan y se mueven para sufragar sus gastos con imaginación y solidaridad compartida. Todos pueden ir, nadie depende -a priori- de la capacidad adquisitiva de su familia, ni del espacio del que disponga en casa.
Pero además, desde el punto de vista del crecimiento personal, la acampada de 4ª de ESO es extraordinariamente positiva. Está orientada para que el alumnado se organice de forma autónoma, se compren la comida, la preparen, se administren el tiempo como mejor vean, convivan con sus compañeros/ as como consideren en cada momento, sea en tienda de campaña o en bungalow, etc. En esta acampada tienen mucha libertad, pero ojo, sobre todo tienen la responsabilidad de saber administrar esa libertad. Por eso me parece tan positiva la acampada de 4º. Este último requisito no lo cumple el intercambio, ya que el alumnado permanece controlado por las familias, a través de sus “padres alemanes”.
Para terminar, creo que se pueden realizar las dos actividades siempre que se organicen de manera adecuada y con tiempo. Pero que, en todo caso, si se decide que las dos son demasiado para un curso, se debería analizar y debatir de forma abierta en los órganos que corresponde -donde están representados todos los grupos que componen nuestra comunidad educativa: docentes, padres y madres y alumnos y alumnas- cuál de las dos cubre mejor los objetivos que entre todos nos marquemos, y según eso, fijar unos criterios y un protocolo a seguir, para poder caminar sin tantos contratiempos como hemos tenido este año. Lo que creo que no se debería volver a repetir son los despropósitos que se han ido sucediendo este curso, que solo han traído roces y desconfianzas innecesarias entre los docentes y las familias, que se supone que trabajamos para cooperar unos con otros, con solidaridad y responsabilidad compartida.

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